domingo, 12 de abril de 2015

Se llamaba Jackie

No es ningún secreto que la vida cultural de París es muy variada y que, más allá de museos y monumentos oficiales, hay alternativas lúdicas que se salen de lo habitual. Dando un paseo por el Marais, me encontré con una exposición que versaba sobre la figura de Jackie Kennedy, la viuda del presidente Kennedy, organizada por la Galería Joseph que se encuentra en el 4 de la place de Thorigny, justo detrás del Museo Picasso.

Se trata de una exposición realizada por la fundación Democrats Abroad, perteneciente al Partido Demócrata de los EE.UU. en la que se recogen fotografías de las diferentes etapas de la vida de Jackie: su infancia y juventud, su matrimonio con el joven senador John Fitzgerald Kennedy, su apoyo en la campaña electoral de su marido que culminó con la llegada a la Presidencia, los viajes oficiales que realizó como Primera Dama de EE.UU. y escenas de su vida familiar posteriores al fallecimiento de Kennedy como su matrimonio con Onassis, escenas con sus hijos, sus hermanos y su madre o con miembros de la familia Kennedy. También se exponen algunos objetos como cartas, una bandera de EE.UU. y su vestido de novia. La parte más interesante y que más expectación levanta entre los visitantes es la relativa a la gira europea del Presidente y su esposa con parada muy significativa en París. La elegancia, belleza y educación de Jackie deslumbraron a los franceses hasta el punto de que el propio Kennedy dijo que él estaba allí como acompañante de Jackie.

JFK nunca ocultó la utilización con fines propagandísticos que hacía de la imagen de su esposa: una mujer joven, guapa, culta, que hablaba idiomas y con grandes dotes diplomáticas; tantas que el propio Kennedy la mandó sola a realizar una gira por varios países de Asia, cuyas fotos también se exponen. Uno de los mayores logros de Jackie fue conseguir que la República francesa permitiera el traslado de La Gioconda a EE.UU. para su exhibición allí. Su excelente francés (había sido alumna de La Sorbona), su buena educación y la buena sintonía que tenía con el ministro de Cultura, André Malraux y su esposa Madeleine, consiguieron el hito histórico de que el cuadro de da Vinci abandonara Francia y viajara hasta Washington.

Cartel de la exposición

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