miércoles, 3 de febrero de 2016

En busca del encanto perdido de Montmartre I. Un poco de historia

Parece que fue ayer cuando empezó el año y ya estamos en febrero. Febrero es el mes más raro del año y como este año es bisiesto y tiene un día más, febrero es más raro todavía. Así que he decidido dedicar febrero a otra rareza que hay aquí en París, Montmartre.

 Imagen de una típica calle de Montmartre

Aunque ahora es un barrio que pertenece a París, hasta 1860 fue un pueblo independiente. Su historia es antiquísima ya que la tradición dice que aquí fueron martirizados los santos cristianos Denís, obispo de París y patrón de Francia, Eleuterio y Rústico. De ahí que la zona fuese conocida como Mons Martyrum o monte de los mártires. Aunque también hay una explicación, en este caso pagana, que afirma que la colina se llamaba Mons Martis (monte de Marte) por el santuario dedicado al dios romano que allí se encontraba. En cualquier caso, lo importante es que durante siglos, Montmartre fue una tranquila colina muy cerca de París en la que la vida sucedía plácidamente. Había viñedos, colmenas, campos de trigo y pasto para el ganado. Por su actividad agrícola y ganadera y por el viento que siempre sopla, este pueblito de montaña contaba con quince molinos de los que ya sólo quedan dos, el Radet o de la Galette y el Blute-Fin, y que ahora son el símbolo del barrio. Aunque los pastos se han perdido, aún se conservan unas colmenas y las viñas de Montmartre, las únicas que hay en todo París y que están situadas en un anexo del jardín del Museo Montmartre.


Los dos molinos de Montmartre: arriba el Radet o de la Galette y abajo el Blute-Fin
 Las colmenas de la rue Gabrielle


  Las viñas

También ha sido un lugar de culto muy importante. No está constatado pero se piensa que pudo haber un santuario druídico de los antiguos galos que aprovecharían las hierbas, plantas y frutos de la montaña para hacer sus ritos y pociones (al estilo Panorámix). El cristianismo se implantó muy pronto en las Galias y Montmartre no fue una excepción. La iglesia de saint Pierre junto a la place du Tertre es una de las más antiguas de París. En el subsuelo de la misma, se conservan restos del antiguo templo de Marte del que hablaba antes y, en la fachada, partes de la basílica merovingia que estaba dedicada al citado san Denís. Asimismo, durante toda la Edad Media, la colina se llenó de monasterios y abadías de vida contemplativa, la mayoría destruidos durante la Revolución Francesa. En 1904, abrió sus puertas la iglesia de san Juan en la parte baja de la colina: de estilo Art Nouveau y con paredes de ladrillo visto y decoración en cerámica, esta iglesia fue la primera del mundo construida en cemento armado. Y si san Juan está abajo, en el extremo más alto de la montaña se encuentra otra iglesia bien llamativa, el Sacré-Coeur, una de las iglesias más famosas de París y la más reconocible por su situación y por su estilo. Edificada por suscripción pública, sus obras terminaron en 1912 pero no fue consagrada como basílica hasta 1919. Inspirada en el arte bizantino, sobre todo, en la decoración interior y en la planta de cruz griega, el Sagrado Corazón está orientado de sur a norte y no de este a oeste. La piedra con que se construyó el exterior del edificio fue escogida, entre varias opciones, por el arquitecto de la obra por su dureza y por ser una piedra que en contacto con el agua segrega una sustancia blanquecina y, como en París llueve a menudo, eso hace que la iglesia se vea siempre blanca y reluciente.

Sacré-Coeur
Iglesia de San Juan Evangelista

En la época de Napoleón III, el plan de urbanismo de Haussmann hizo que los habitantes con menos recursos de París se vieran desplazados a zonas limítrofes de la ciudad o incluso a municipios de los alrededores como Montmartre que eran más baratos, de manera que la colina se llenó de edificios de viviendas y tiendas pero también de tabernas y prostíbulos y, más tarde, cabarets y teatros. El precio de la vivienda y el encanto de la vida bohemia hizo que aquí llegaran los artistas a finales del siglo XIX de modo que Montmartre, ya convertido en barrio de París, pasó a ser el centro de la modernidad artística y cultural de París. Muchos de estos artistas apoyaron la Comuna, ese breve período de 1871 en que se intentó crear un gobierno popular y autogestionario, en respuesta a la derrota del Imperio Francés en la guerra franco-prusiana y la obligación de pagar a los prusianos una indemnización de 200 millones de francos por liberar París. La Comuna fue violentamente reprimida, algunas fuentes hablan de 50.000 muertos entre combates y ejecuciones, y Francia estuvo cinco años bajo la ley marcial. Todos estos sucesos llevaron a un grupo de personas piadosas a iniciar una colecta para la construcción de una nueva iglesia, el Sacré-Coeur antes descrito, para expiar los pecados de la Comuna y sus gentes (la mayoría de estos miles de muertos, incluidos mujeres y niños, lo fueron por parte del Ejército que reprimió la Comuna pero se ve que sus muertes no contaban como pecado y responsabilizaron de todo a los revolucionarios).

El actual Museo Montmartre fue en tiempos la vivienda de muchos e importantes artistas

Así a finales del siglo XIX y durante el siglo XX, Montmartre fue el barrio de los artistas: pintores, escritores, ilustradores, cantantes, músicos, bailarinas... vivían y trabajaban aquí. Los pintores empezaron a vender sus obras en la place du Tertre y todavía siguen ahí. La llegada del turismo masivo, a veces industria y a veces plaga, ha convertido Montmartre en un nido de trampas para turistas y en una especie de parque temático sin puertas. Por ejemplo, entre Semana Santa y el 1 de noviembre, más de la mitad de la plaza du Tertre la ocupan las terrazas de los bares dificultando el paso de la gente y restando magia a la plaza. Es cierto que el barrio ha perdido mucho de su encanto y ya no tiene el alma bohemia y fresca de antes pero todavía se pueden encontrar sitios singulares. Y además hay muchas zonas verdes, pequeñas pero bonitas. A lo largo de este mes, os iré enseñando mis rincones favoritos de Montmartre y os daré algunos consejos para poder sacar el máximo partido al barrio. Coged aire porque Montmartre está lleno de escaleras y cuestas pronunciadas.

La place du Tertre
El parque Marcel-Bleustein-Blanchet

El parque Suzanne Buisson


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